En esto se cumple la profecía de Isaías, que dice:
«Y echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo diciendo: Nosotras comeremos nuestro pan, y nos vestiremos nuestras ropas; solamente sea llamado tu nombre sobre nosotras, quita nuestro oprobio». Isa.4:1.
En épocas pasadas la mujer se mantenía sujeta a la autoridad del padre hasta que, al casarse, quedaba bajo la autoridad del esposo. Se consideraba una afrenta para la mujer no tener un hombre que la representara, pues así vivían sólo las mujeres deshonestas. La mujer casada gozaba de la protección del esposo y era sostenida por él en todas sus necesidades, pero a la vez debía servirle y obedecerle en todas las cosas.
En la ilustración que usa el profeta, se dice que varias mujeres (iglesias) apelan a un mismo hombre (Cristo), pero no para disfrutar de los derechos de la esposa, ni para cumplir con los deberes como tal; sólo quieren la apariencia de mujer casada, o sea, la representación del esposo, pero en la realidad prefieren llevar la vida por sus propias cuentas. De igual manera varias iglesias toman el nombre de Cristo; no les agrada depender solamente de Dios, ni estarles sujetas en fidelidad u obediencia, pero como las mujeres de la profecía, tienen un gran interés en la representación: «Solamente sea llamado tu nombre sobre nosotras».
Ya que cada iglesia llamada cristiana dice ser la verdadera ¿cómo podremos conocer a la legítima, a la real Esposa del Cordero? La Biblia nos la señala, pues todo lo que el hombre necesita conocer y practicar para estar en Cristo, le ha sido revelado por el Padre, por el Hijo y por el Espíritu Santo mediante las Sagradas Escrituras. La iglesia verdadera, como fiel esposa, se sujeta a las Santas Escrituras sin variar las enseñanzas recibidas del Señor; pero las iglesias que en sus credos o prácticas hayan omitido, agregado o variado (poco o mucho) a la doctrina de Cristo, lo que han hecho es falsificarla, o sea, crear otras doctrinas parecidas, pero OTRAS en fin, y la adoración de las tales es vana.
«Dice pues el Señor: Porque este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios me honra, mas su corazón alejó de mí, y su temor para conmigo fue enseñado por mandamiento de hombres.» Isa.29:13.
«Y respondiendo El [Jesús], les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón lejos está de mí. Y en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres». Mar.7:7
Dice más la Biblia:
«Entonces el dragón [el diablo] fue airado contra la mujer [la iglesia]; y se fue a hacer guerra contra los otros de la simiente de ella, los cuales guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo». Apo.12:17.
Según el Apocalipsis, el testimonio de Jesucristo es el Espíritu de la profecía.
«...yo soy siervo contigo, y con tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús; adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el Espíritu de la profecía». Apo. 19:10.
No es que haya particularmente un espíritu de profecía, pues la profecía es uno de los varios dones del mismo Espíritu de Dios 1Cor.12:4 y siguientes. La expresión: «El Espíritu de la profecía» está haciendo referencia a la profecía del profeta Joel, donde se anuncia que el Espíritu Santo sería derramado sobre la iglesia, cosa que comenzó a cumplirse el día del Pentecostés, según Hech.2:16 y siguientes.
«Y será que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; y aun sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días». Joel 2:28.
El don de profecía, como los demás dones del Espíritu Santo, se manifestará en la iglesia verdadera hasta que venga lo que es perfecto, el reino celestial.
«La caridad nunca deja de ser; mas las profecías se han de acabar, y cesarán las lenguas, y la ciencia ha de ser quitada; porque en parte conocemos y en parte profetizamos; mas cuando venga lo que es perfecto [no antes], entonces lo que es en parte será quitado». 1Cor.13:8-10.
Tener el don de profecía no es solamente tener la facultad de interpretar las profecías bíblicas, sino tener también la facultad de profetizar; esto es, recibir mensajes o revelaciones de Dios en palabras, visiones, sueños etc., y anunciarlos oportunamente para la edificación de la iglesia, como lo confirman las citas bíblicas siguientes:
«Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, El os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho». Juan 14:26.
«Mas esto es lo que fue profetizado por el profeta Joel: Y será en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; y vuestros mancebos verán visones, y vuestros viejos soñarán sueños. Y de cierto sobre mis siervas y sobre mis siervos en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán». Hech.2.16-18.
«Y éste [Felipe] tenía cuatro hijas, doncellas, que profetizaban. Y parando nosotros allí por muchos días, descendió de Judea un profeta, llamado Agabo...» Hech. 21:9-10.
«Seguid la caridad; y procurad los dones espirituales, mas sobre todo que profeticéis». 1Cor.14:1.
«Y el mismo [Jesucristo] dio unos, ciertamente apóstoles; y otros, profetas; y otros, evangelistas; y otros, pastores y doctores...» Efe.4:11.
Además de tener el Espíritu de la profecía, los descendientes de la mujer guardan los mandamientos de Dios, y esto incluye tanto los mandamientos escritos y promulgados por Dios mismo, sin intermediarios, como las palabras de Jesús, que son leyes y mandamientos, como los mandamientos del Espíritu Santo por medio de los apóstoles.
«Y estas palabras [los 10 Mandamientos] habló Jehováh a toda vuestra congregación en el monte, en medio del fuego, a gran voz: y no añadió más. Y escribiólas en dos tablas de piedra...» Deut.5:22.
«Porque yo [Jesús] no he hablado de mí mismo; mas como el Padre que me envió, El me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna; así que, lo que yo hablo, como el Padre me ha dicho, así hablo.» Jn.14:49 y 50.
«Si alguno a su parecer es profeta, o espiritual, reconozca lo que os escribo, porque son mandamientos del Señor.» 1Cor.14:37.
«Resta pues, hermanos, que os roguemos y os exhortemos en el Señor Jesús, que de la manera que fuisteis enseñados de nosotros, de como os conviene andar, y agradar a Dios, así vayáis creciendo. Porque ya sabéis qué mandamientos os dimos por el Señor Jesús.» 1Tes.4:1 y 2.
«Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.» 2Tes.2:15.
En algunas iglesias hay manifestaciones similares a las de los dones del Espíritu, pero no guardan todos los mandamientos de Dios. Hay otras iglesias que aceptan la observancia de los mandamientos, pero carecen de los dones del Espíritu. Hay otras, además, que ni guardan los mandamientos ni tienen espiritualidad alguna. Todas esas iglesias son las esposas falsas (de nombre nada más) a que se refirió el profeta Isaías.
No es difícil, pues, reconocer a la Iglesia de Cristo entre muchas otras que llevan el nombre de Cristo encima. Su distintivo no es la antigüedad, ni el número de adeptos que tenga, ni las riquezas, poder o nombre; lo que la distingue es que sus componentes «Guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo». Apo. 12:17.
Spm. B. Luis, Camagüey, Cuba, 1969. |